7.10.07

Insoportablemente lúcido...por Mementh


Había pasado un tiempo decidiéndome a invitarla. Me parecía extraño que alguien como ella demostrara interés en un esbirro como yo, y me preguntaba si, en alguna parte, su coquetería no respondía más bien a un compulsión narcisista de refregarle en la cara a criaturas de la noche, como yo, lo lejanos que estábamos de acceder a personas como ella.Y yo no quería hacer el ridículo de sentirme descubriendo esta situación probablemente predecible.Pero de porrazos estamos hechos.Así que en un momento de clarividencia que solo pueden facilitar varios litros de cerveza, media botella de ron y algunos porros, decidí:

-¡A la mierda!



La mandé un mensaje mal redactado al celular diciéndole que al otro día la esperaba en un bar para tener la pospuesta conversación que una tarde tomando café en la universidad prometimos.Llevaba un rato esperando, no sé cuanto, hace un litro de cerveza, creo, cuando apareció un poco perdida entre la gente y los platos y vasos que iban y venían por el lugar. No levanté mi mano para llamar su atención puesto que me había visto a través de los vidrios escritos con las promociones y los afiches de obras de teatro de dudosa manufactura.Una de ellas era mía y trataba sobre un detective que llegaba a resolver un crimen que aún no ocurría.Una mierda.Se sentó frente a mí y me miró con un par de enormes ojos verdes enrojecidos por las horas en una sala oscura, solamente iluminada por un a parrilla de Par 12.Como todas, era una actriz, Mis ojos también estaban enrojecidos pero el motivo era injustamente menos plausible.

-¿Estás aquí hace mucho?
Señalé la botella y me encogí de hombros.

Le pregunté:
-¿Cómo va la obra?
-Va y viene, tú sabes.

No tenía la más puta idea de lo que decía.

-Escribes demasiado raro, nadie entiende hacia donde va la historia.
Iba a decir algo, pero el garzón justo pasó junto a mí. Lo detuve y le pedí otra botella de cerveza, otro vaso y papas fritas.

-¿Qué lees? Preguntó clavando sus ojos en un libro sin tapas que tenía sobre la mesa.
-Koltés.
-No me gusta. Dijo mirándome a los ojos, y a los ojos, y a los ojos.
-Es bueno. Dije. Frenándome de explicar más.
-Es muy deprimente, habla solo de marginales que están condenados al fracaso.No pude evitar sonreír.

Trajeron la cerveza, el vaso y las papas.

-¿Escribes algo?
-Por ahora no.
-¿Por qué?
-No se me ocurre nada.
-¿Te pasa muy a menudo?
-Ni te imaginas.
-¿Y cuándo acaba? O sea ¿Cuándo comienzas?
-Cuando hay algo es como los baños de bar cuando se llenan.

Me miró sin comprender a pesar de la simpleza de la analogía.

-Pareces un mapache. Me dijo riendo enormemente ¿Has dormido mal?
-No he dormido.
-Deberías dormir, hace que las cosas adquieran perspectiva y se vean un tanto cuesta abajo.
-Que la existencia sea cuesta arriba o abajo depende, y no de la cantidad de sueño.

Le expliqué hablándole sobre el mito de Sísifo, Camus, Kafka, Sartre y todo eso. Me detuve antes de empezar a aburrirla.

-¿Sabes? Si fueras un personaje, serías un sepulturero.
-¿Sí?-En serio, hablas de los muertos como si estuvieran más vivos que tú y yo.

No comprendí totalmente la analogía y me quedé pensando en una mejor mientras veía bajar la espuma de mi vaso.

-¿Por qué lo haces?
-No lo sé, quizás porque siempre están.
-La gente también está siempre.
-Pero se van.
-Sí, pero su recuerdo en la ausencia es lo mismo que guardas de todos esos muertos.
-Es distinto, no hay otra presencia de ellos sino en la ausencia. La gente real podría estar aquí y lo que angustia es la posibilidad de la presencia.
-Al final eres un perrito ¿Sabes?
-Supongo, si tú lo dices.
-No quise decir nada.
-Lo sé, no te preocupes.

Bebimos y hablamos por algunas horas más viendo pasar gente, platos, bandejas y botellas, algunas de las cuales se quedaban con nosotros. Estábamos riéndonos de algo cuando me dijo.

-Te ves lindo cuando sonríes. Eres de los que sonríen con los ojos.

Miré mi vaso un tanto incómodo, ahora voy a pensar en mis ojos cuando sonría.

-Bueno.
Continuó mientras se paraba y metía la mano en el bolso. Tengo ensayo mañana temprano. Lo pasé muy bien ¿Te quedas?

Yo ya había pedido otra cerveza con un gesto al garzón.
-Sí.
-Te hubiera pasado a dejar.
-Gracias, pero no, quizás llame a algún amigo.
-¿A las 2 de la mañana?
-No conoces a mis amigos.

No te preocupes. Le dije mirando el bolso del que sacaba un par de billetes.
-Está bien, no me gusta no pagar si tengo dinero. Si algún día no tengo, te juro que te dejo pagar... Pero solo si me dejas invitarte después. Y lanzó sobre la mesa un par de billetes que eran más dinero del que había gastado.

-Oye.Se acercó a mí antes de poder decirle nada más y me besó en la boca.
-Necesitas una mamá. Dijo acariciándome la cabeza y achatándome el pelo.Estuve a punto de pararme e irme con ella, pero el garzón trajo la botella que había pedido. Lo odié por un momento, pero pensé que él se gana la vida trabajando para una organización que se nutre de mi dependencia, así que no debía odiarlo.

-¿Nos juntamos otra vez? Dijo volviendo de la distancia que el garzón y la botella habían puesto entre nosotros y poniendo de nuevo sus labios sobre los míos y mirándome a centímetros de mis ojos de quiltro con los suyos verdes.

-Por supuesto.
-Cuídate, en serio, cuídate. Y duerme. Llámame y vemos alguna película o algo.
-¿Teatro no?
-No me gusta ver teatro contigo. Nunca nada te gusta. Dijo riendo. Ojalá que llegue alguno de tus amigos para que no estés solo.Se fue lanzándome un beso entre medio de la gente antes de subirse al auto y perderse camino a la cordillera.Tomé el libro que estaba encima de la mesa y me puse a leer un poco, llené una incontable vez más mi vaso y me quedé mirando hacia el camino que se perdía en la cordillera por si podía encontrar sus luces. Guardé el libro y saqué mi libreta.

Obviamente nadie llegó.



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