Trapezoide...rock empapado de Sur


Vámonos pa'l campo (2007, Discos Tue-Tue)
Este EP es prueba de que lejos de Santiago suceden cosas. Discos Tue-Tue, la discográfica que lo ha editado, es liderada por el baterista Iván Molina (Emociones Clandestinas, Santos Dumont, Matorral) –de actual domicilio en Niebla–, y busca justamente apoyar la música que se hace en el extremo sur del país. Desde Valdivia ha inaugurado su catálogo con la primera entrega de este cuarteto.
No es menor el dato sobre Molina, pues Trapezoide bebe de fuentes similares a las de su última estación musical, Matorral. Aquella cruza de rock con ritmos y armonías folclóricas que en décadas pasadas han cultivado bandas como los Blops y Los Jaivas es la mejor influencia que revela Trapezoide. El inicio araucano de "Bienvenidos" recuerda de inmediato a algunas grabaciones de Los Jaivas y las letras repiten evocaciones de los primeros Blops.
Se puede oír el sonido de las aves o de un perro mezclado con cálidas armonías; las percusiones son siempre inquietas y se mueven entre ritmos tribales y compases ternarios; y el campo como lugar donde "encontrar la felicidad que quedó disfrazada por el progreso color hormigón" actúa como leitmotiv. La banda alcanza sus mejores momentos cuando se concentra en esas sonoridades, que se cristalizan en la canción que da nombre al EP, la de mejor factura.
Tal como Los Jaivas, también los estadounidenses Tool son nombrados como referentes y es justo el reconocimiento, pues es con ese rock norteamericano de los '90 que se alternan las influencias chilenas. Y es literal: en temas como "Limbo" y "Parte de esto" ambas raíces se suceden, intercaladas. Ahí aparece la distorsión, la batería se vuelve más agresiva y la voz olvida las melodías en favor de los gritos.
"Vámonos pa'l campo" pareciera hecho en Santiago. Deficiente en lo técnico y bien ejecutado, es un disco lleno de añoranzas por lo rural y de hastío por la ciudad. Eso debe ocurrir cuando se está tan próximo a los apacibles parajes sureños.
No es menor el dato sobre Molina, pues Trapezoide bebe de fuentes similares a las de su última estación musical, Matorral. Aquella cruza de rock con ritmos y armonías folclóricas que en décadas pasadas han cultivado bandas como los Blops y Los Jaivas es la mejor influencia que revela Trapezoide. El inicio araucano de "Bienvenidos" recuerda de inmediato a algunas grabaciones de Los Jaivas y las letras repiten evocaciones de los primeros Blops.
Se puede oír el sonido de las aves o de un perro mezclado con cálidas armonías; las percusiones son siempre inquietas y se mueven entre ritmos tribales y compases ternarios; y el campo como lugar donde "encontrar la felicidad que quedó disfrazada por el progreso color hormigón" actúa como leitmotiv. La banda alcanza sus mejores momentos cuando se concentra en esas sonoridades, que se cristalizan en la canción que da nombre al EP, la de mejor factura.
Tal como Los Jaivas, también los estadounidenses Tool son nombrados como referentes y es justo el reconocimiento, pues es con ese rock norteamericano de los '90 que se alternan las influencias chilenas. Y es literal: en temas como "Limbo" y "Parte de esto" ambas raíces se suceden, intercaladas. Ahí aparece la distorsión, la batería se vuelve más agresiva y la voz olvida las melodías en favor de los gritos.
"Vámonos pa'l campo" pareciera hecho en Santiago. Deficiente en lo técnico y bien ejecutado, es un disco lleno de añoranzas por lo rural y de hastío por la ciudad. Eso debe ocurrir cuando se está tan próximo a los apacibles parajes sureños.
Crítica: Rodrigo Alarcón L. www.mus.cl
Escuchalos en: http://www.purevolume.com/trapezoide
